domingo, 25 de octubre de 2009

Las plantas alucinógenas son consideradas maestras espirituales, puentes hacia otras dimensiones, curanderas y mensajeras de los dioses. Con una estructura química capaz de alterar la percepción de la realidad, conducen a quien las ingiere al éxtasis trascendental o a oscuros abismos transpersonales. Su uso se remonta a los inicios de las sociedades, y no puede decirse que hoy sea una costumbre extinta: grupos de las procedencias más exóticas (aborígenes, psicólogos trascendentales, místicos, curanderos, artistas, científicos y comunidades psicodélicas en diferentes escalas de viaje expansivo) siguen transitando la ruta de las infinitas maravillas vegetales. Para los peregrinos de este culto, América es la meca. No sólo contiene al jardín botánico más vasto del planeta sino que también ha sido cuna de tribus con un ímpetu investigador que no se conoció en otras longitudes. Una amplia variedad de hojas, lianas, cortezas, flores, semillas, hongos y pulpas vegetales fueron experimentados en maneras exquisitas y milimétricas combinaciones. Cada bio-región ofrendó a sus primitivos habitantes una puerta verde siempre abierta al más allá de la tercera dimensión. Lejos de declararlas ilegales, muchos pueblos indígenas se convirtieron en devotos de las savias, y se entregaron a sus misterios desarrollando, en torno a ellas, geométricas cosmologías y santuarios edificados sobre la visión colectiva.
Pero a todo edén le llega su serpiente. El desembarco de los europeos en el Nuevo Mundo significó, para las plantas chamánicas, el pase a la clandestinidad. Es que los conquistadores vieron en ellas una amenaza para la evangelización. “Los viajes alucinógenos validan la cultura aborigen, la ratifican, y aumentan la pertenencia al grupo”, explica el etnobotánico y doctor en Ciencias Biológicas Gustavo Scarpa, quien reveló para Radar los secretos mejor guardados del universo psicoactivo argentino. “Lo que los indígenas ven en sus vuelos es el paisaje de su mitología, sus dioses, monstruos, árboles cósmicos, lo sobrenatural, el inframundo. Lo mismo que cuentan al regresar del viaje es lo que aparece en su mitología.”
Los españoles estaban en contra del uso de plantas sagradas por dos razones. Por un lado, objetaban que en estos sistemas de creencias no figuraba Cristo, el principal protagonista de la cosmología occidental. Por el otro, las plantas simbolizaban un modo de vida hostil a los planes invasores. Hay que decirlo: los aborígenes fueron los hippies más extremistas de la historia. Podrán objetarse actitudes antipacifistas propias de las eras salvajes, pero lo cierto es que practicaban la vida comunitaria, andaban desnudos, usaban pelo largo, trabajaban lo indispensable, hacían música y se drogaban cada vez que la ocasión lo ameritaba.
Así es que los dominadores concentraron esfuerzos en reprimir alucinógenos, credos y fiestas, implantando en su lugar un catálogo de sumisiones y castigos provenientes de su Cielo. Pero las plantas no dejaron de crecer, a pesar del hombre blanco y su manía de censurar a la naturaleza.

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martes, 13 de octubre de 2009

domingo, 4 de octubre de 2009

Muppets




sábado, 3 de octubre de 2009

John West: Shark

Encontré otro de John West.




John West endure the worst to bring you the best.

viernes, 2 de octubre de 2009